Blogia
the_dreaming

De "Tres Segundos de Memoria" de Diego Ameixeiras (I): Política de Gastos

Política de gastos

Contra todo pronóstico y sin tener que insistir mucho, ayer acabé la noche con una desconocida que resultó ser mi primera experiencia sexual tras dos meses, una semana y tres días de insufrible marasmo. Mientras escribo esto, veo por la ventana que el sol vuelve a distinguirse entre una olimpiada de nubes negras que hasta hace unos minutos descargaban lluvia y granizo con cruel ferocidad. No estoy en condiciones de afirmar que este cambio meteorológico -quien sabe si con visos metafóricos- , vaya a influir en mi andamiaje anímico dominical, ya bastante apacible y sosegado en este momento de reflexión y autocrítica que me permito ahora mismo, poco antes de lanzarme a la lectura de mis suplementos favoritos. Me siento excepcionalmente feliz y no importa que el sol brille en el horizonte o que las nubes convoquen lluvia, porque una procesión victoriosa va por dentro.

El abrigo alentador de sus brazos y el recuerdo aún tenso de una parranda sexual de calibre medio-alto como la de ayer, me ampara en este domingo de pensamientos insidiosos, me alimenta con vibraciones positivas que trasladar a las amistades más desmoralizadas, me de desparasita de rémoras existenciales y, si cierro los ojos, lejos de contemplar naufragios y revivir derrotas espantosas, evoco su cuerpo desnudo ofreciéndoseme al amanecer al tiempo que se me dispara la autoestima. El recuerdo mineraliza mi espíritu con un fogonazo de energías revitalizantes.

Antes de darme una ducha larga y propicia para la reflexión, mi cuerpo aún conservaba su olor a lumia escurrida por los ardores, sometida por el deseo de ser hincada sin rodeos ni meandros efectistas. De vuelta a casa, podía reconocer su fragancia marítima acumulada en los pliegues de mis dedos, sensación que ahora alimenta mi confianza en un mundo menos cínico y más proclive al respeto por las diferencias. Caminando con despreocupación, recordaba el humear de las varitas de incienso sobre una columna de libros de temática libertaria, los motivos hindúes pegados en la pared y el Bobby Brown goes down de Frank Zappa amparando un virtuosísimo "esbouramento de carabuña"(ni fruta idea de cómo se traduce eso) . La sentencia quiso que triunfara la pasión rabiosa frente a la insipidez de una vida que muchas veces se nos presenta átona y carente de emociones fuertes, pero que debe "fluir siempre como una piscina olímpica de lava incandescente".

El sol vuelve a esconderse ahora mismo detrás de las nubes. Sufro una ligera resaca, pero creo tener el cerebro mínimamente habilitado para acoger algún que otro estímulo intelectual, siempre y cuando sea exclusivamente de carácter evasivo. Sobre la mesa en la que apoyo mi viejo ordenador, un número de teléfono apuntando en un papel, un paquete de tabaco, una botella de agua mediada y unas pocas monedas que, para mi pesar, son los único que resta de lo que ayer era un billete cincuenta euros. Sumadas no alcanzan el valor de un solitario euro. Eso quiere decir que gasté en una sola noche el equivalente al precio de muchos útiles domésticos que siempre descarto por su elevado importe. O mucho más de lo que pulo mensualmente en vitualla intelectual o en conciertos. O lo mismo que soltaría por una prenda de marca que, perfectamente escogida, siempre regala esa seguridad que uno también desprende cuando lleva una camiseta de su grupo preferido. Revisando el dispendio de ayer, creo que se me está poniendo la mirada triste y perdida de los noctámbulos que ven borrachos los programas de la teletienda. Intento hacer un breve recordatorio de gastos.

 

Tabaco: 2,75 euros

Bebidas alcohólicas de diversa graduación: 25 euros.

Hamburguesa nada reparadora: 2,50 euros.

Invitaciones para quedar bien: 8,50 euros (no incluye el taxi hasta su casa: 6,25 euros).

Profilaxia ad hoc: con la emoción, no me acuerdo, pero me los cobraron supercaros.

 

Donde brincaban confianza, paz interior y pasos firmes cara al futuro, afloran ahora viejas flagelaciones y una inminente pérdida de estabilidad emocional. Pensando en el billete malogrado, los síntomas de la resaca comienzan a extenderse por todo mi cuerpo y ya no sólo me duele la cabeza como si una apisonadora atravesara por encima de mis entradas, sino que además mi sufrido estómago inicia una serie de hostilidades que, con toda seguridad, desembocarán en una ofensiva gástrica. Aún así, creo que no debo desesperar. El recuerdo del episodio sexual consumado de mutuo acuerdo y sin transacción previa justifica el gasto en una sola noche de la tercera parte del alquiler que pago en un piso compartido. Hay motivos para la felicidad. Teniendo en cuenta que anoté su número de teléfono y que me dijo que la llamara un día, es posible que, durante la semana, pueda amortizar el gasto sufrido con una nueva sucesión de enriquecedores coitos sin ingestión previa de alcohol, sin "socaliñas" (esto tampoco sé) sobadas y sobre todo, sin invitaciones interesadas.

Es decir: gratis y en perfecta forma física, que es como prestan estas cosas.

 

Esto que lees es una traducción cutre salchichera perpetrada por mí de un capítulo de Tres Segundos de Memoria, de Diego Ameixeiras. El original en gallego es mejor y puedes (debes) comprarlo aquí . Si no puedes/ quieres leerlo en gallego, puedes esperar a que saquen una traducción como Dios manda. Como de momento que yo sepa no hay ninguna, tendrás que fastidiarte y tirar con esta, que para hacerse una idea vale. Si quieres utilizar esta traducción, pos fale, pero menciona su procedencia porque el "copirais" y esas cosas son de Diego.

0 comentarios